D.Gray Man {Fan Club}

Me pregunto cómo el destino ha corrido tan rápido en esta ocasión. Aún ahora soy incapaz de comprender con claridad lo que ha sucedido. Si al final fui o no una marioneta, si actué bajo mis decisiones o bajo el deseo de esta maldición.

De tantas voces a mi alrededor solo logro distinguir unas pocas, lo que verdaderamente escucho en mi cabeza son los gritos de tantos siglos pasados, gritos que se mezclan con una detestable melodía en piano.

¿Qué será más grande? ¿El dolor en mi cuerpo cuyo inicio se haya en mi frente surcada por siete cruces abiertas que arden como el fuego? ¿El deseo de escapar de esta terrible pesadilla? ¿La desesperación de ver en mi cabeza una representación tan macabra de la historia de la humanidad? ¿O la clara conciencia de que el fin se acerca? Tal vez todos son igual de fuertes.

Pero como no tengo tiempo suficiente para consagrarme a desentrañar el estado en el que me encuentro, narraré en estas líneas los hechos que desencadenaron el apresurado desenlace. Aquello de lo que aún logro tener conciencia.

Hace meses, la orden oscura había sido atacada por la clase más alta de akuma que habíamos presenciado hasta la fecha. Fue una tragedia tras otra, pero todo terminó con un logro (o un nuevo enigma, como se prefiera ver): el descubrimiento de una nueva clase de inocencia. No obstante, dados los daños que habíamos sufrido, nos movimos a nuevas instalaciones, en donde, tras pasado un tiempo, las actividades volvieron a su enfermiza rutina. Perseguíamos inocencia y peleábamos contra akumas, pero del conde ni de la familia de Noé volvimos a saber nada.

Los bookman no presagiaban nada bueno, mientras que, como si aquello fuera una profecía, bastas guerras se iniciaron alrededor del mundo. Cruentas y macabras. Vi el odio con el cual unos se atacaban a otros. El resultado fue un desastre. Una guerra mundial sin precedentes estalló como un cañón en nuestros oídos. La administración central estaba loca.

Fue un periodo de caos. Debido a la inestabilidad de los gobiernos la orden oscura se veía afectada directamente también. Y entre tantas guerras, nadie pareció notar el verdadero enemigo que estaba detrás de ellas. Habían cambiado su estrategia. Aquello nos quedó más que claro.

Pero el fatídico desenlace de esta serie de sucesos inesperados nos tomó a todos por sorpresa. Komui nos reunió un lluvioso día para informarnos con pena de que el desenlace estaba cerca. Bookman le había informado que todo era obra del Conde. Todas aquellas muertes, toda la sangre, toda la destrucción, cayeron a los pies del enemigo y le dieron armas a su oscuro y condenado ejercito. Los buscadores que había alrededor del mundo e incluso muchos exorcistas murieron en un ataque como nunca se había visto. La negra caravana tenía a la orden oscura como destino, y si no nos preparábamos, terminaríamos sepultados por ella.

Pero entonces, cuando más necesitaba yo de mi poder, algo peor que cualquier cosa sucedió. Aquellas detestables heridas que me marcaban como uno de los suyos hicieron acto de aparición. No había tiempo, el conde y su infinito ejército de akumas se acercaban, y lo único que podía hacer yo era revolcarme de dolor viendo pesadillas tan terribles como las que veo ahora. Sentí dentro todo el dolor de los milenios, vi todo el odio de la historia, sufrí todo lo que aquel que moraba en mí tuvo que sufrir.

Se levantaron alertas, ahora yo era un monstruo sanguinario. Y para no caer en falsas pretensiones, lo era. Deseaba matar, con cada fibra de mi ser deseaba arrancarle hasta la última gota de vida a aquel que me había hecho pasar por tanto… el Conde del Milenio. Así pues, empecé a ser controlado por una furia que no era la mía, pero que ahora formaba parte de mi ser. Ahora yo era el catorceavo, el traidor, el destructor del tiempo, el que acabaría con todo el imperio que había erguido aquel hombre.

A la administración central no le gustó en lo más mínimo contar con un Noé en sus filas, pero el tiempo apremiaba, y no había marcha atrás. No obstante, mis amigos nunca me quitaron su apoyo, aún cuando mi naturaleza había cambiado seguían allí, a mi lado, sin apartar la mirada del horizonte. Ahora yo sabía todo lo que sabía la familia de Noé y era el momento exacto para consumar mi maldición.

El cielo se oscureció bajo la mole de destrucción que venía a lo lejos. Esta vez, el enemigo venía con todo, dispuesto a hacernos pedazos ¿Qué era aquello que había apresurado de tal forma sus acciones? ¿Cuál era la razón de que ahora la batalla final se nos viniera encima sin darnos tiempo de prepararnos?

Fue difícil la espera. El instinto del Noé clamaba con furia por la experiencia de la matanza, mi inocencia pedía a gritos rescatar las almas de todos los akumas, pero al mismo tiempo, mis dos identidades, mi lado blanco y mi lado negro, levantaban una lucha sin cuartel en mi interior. Mi existencia como un Noé era despreciable, pero la inocencia era un monstruo que le hacía mucho daño a mi cuerpo. Ambos lados incompatibles, insoportables. Sin embargo, todo quedó completamente olvidado cuando llegó el momento. Porque entonces sobrevino el desastre total.

No solo era la presencia de tantos akumas sino la presencia de la familia de Noé, todos pelearon como nunca antes para rescatar lo que quedaba del mundo. Pero yo no quería eso, lo quería él, al que pagaría por fin. Y al parecer él también me quería a mí, pues se separó del resto solo para encararme. Ambos subidos en el más alto edificio nos contemplamos fijamente.

- Buenas noches – Me dijo con su estúpida y eterna sonrisa mientras batía su paraguas con total serenidad. La sangre me ardió de rabia. “No pelees contra el Conde por odio” habían sido las palabras de mi maestro. Yo lo sabía, pero ese lado oscuro que no se detenía era muy difícil de controlar – Ah! y bienvenido a la familia.

Y dicho eso se puso a reí como un poseso.

- Lo sabías – Dije en un susurro bajo y justo entonces sentí una gruesa gotera de sangre bajarme por el rostro.
- La maldición del estigma es bastante molesta ¿Verdad? – Cambió el tema, hablándome como si me conociera desde hace mucho – Ya te acostumbraras.

Como aquello siguiera así no me podría controlar. Después de todo, lo vivido por el catorceavo estaba grabado en mi memoria con fuego.

- Tú – Sentencié – Sabías que yo era el portador de las memorias.
- Sé mucho que tu ignoras – Me respondió – Después de todo ¿Qué puede hacer una maldita oveja corrompida como tú?

A una señal invisible me le abalancé encima, mientras él hacía lo propio. Pero esta vez era distinto, esta vez yo era mucho más fuerte de lo que había sido. Aquel despliegue de fuerza me tomó desprevenido y me hizo retroceder.

- Nada mal – Comentó, aparentemente muy interesado, aunque hubiera jurado que su sonrisa era más forzada esta vez.
- ¿Qué sabes tú? – Le espeté, provocando que volviera a reírse.
- ¿Sabes lo que hay detrás de la evolución de los akumas? – Preguntó – Allí reside el secreto de lo que te está sucediendo, y de que yo haya decidido jugármelo todo.

Me quedé completamente inmóvil mientras él decidía revelarme todo. Obviamente, aquello era el cierre perfecto para su plan, echarnos en cara todo lo que habíamos ignorado.

- La materia oscura. Aquella rara clase de materia de la cual las almas de los akumas están hechas no solo se transforma y evoluciona, sino que además presenta un comportamiento bastante peculiar. Yo diría que es tan peculiar como el comportamiento de la materia de aquella sustancia a la que ustedes llaman inocencia. Así pues, es muy fácil, analizando la materia oscura, hallar patrones muy similares entre esta y la inocencia. ¿Comprendes eso verdad?

Aquella información cayó como un rayo en mi alma. Si aquello era verdad, entonces el conde ya lo sabía todo.

- Todas esas guerras que provocamos, toda esa cantidad de akumas que se crearon, todas las evoluciones de ellos me permitieron adelantarle los pasos a la inocencia. Así como la materia oscura se encuentra en un estado primitivo en los akumas de primer nivel y luego se transforma en diversas cosas cuando estos evolucionan, así mismo, la sustancia de la inocencia en estado bruto se transforma al estar en contacto con el alma de su portador. Y no solo eso, sino que también se modifica en un futuro para adecuarse a las necesidades temporales. Esa inocencia tipo cristal que acaban de descubrir – Aquí un verdadero escalofrío me recorrió – No es más que una de las tantas formas que puede tomar la inocencia. Es una sustancia bastante inteligente.

La risotada del conde me heló la sangre.

- No obstante, a pesar de ser materias parecidas no son en absoluto compatibles, presentan las mismas características, pero solo en general, hay otras cosas que las hacen completamente opuestas. Pero en esencia me sirvió la teoría. Y ahora – Exclamó entusiasmado - ¿No quieres saber quíen es el corazón?

Lo miré con una mezcla de miedo y rabia. Si él sabía quien era el corazón ¿Qué esperanza había para nosotros?

- El corazón de la inocencia – Declaró mientras sus ojos brillaban malignamente y los gritos y explosiones procedentes de abajo nos alcanzaban – está en ti.
- En… ¿mi? – Vaya ironía del destino.
- Jaja ¿Bastante obvio, no crees? Creo que era tan obvio que todos lo pasamos por alto. La inocencia siempre te lo estuvo diciendo ¿O por qué crees que la maldición de tu querido Mana se representó en ti de esa forma? Desde el principio tenías inocencia, y al caerte la maldición obtuviste la habilidad de ver el alma de los akumas. También fuiste demasiado ciego para no prestarle a eso. Lo que la inocencia quería decirte era que tú tenías la clave para adelantarte a nosotros analizando las similitudes del alma de los akumas y la inocencia. Pero mira que bien, jaja, no le pusiste cuidado y ahora todo se te vino encima.

Pero mis pensamientos iban ahora en sentido contrario. Si yo era el corazón, eso significaba que el conde tenía que destruirme para destruir a toda la inocencia. Y estaba casi seguro que el núcleo de la materia oscura que alimentaba a los akumas residía en el mismo conde. Así que nada había cambiado. Estábamos en las mismas condiciones del principio, debíamos luchar a muerte.

En este punto ya no puedo recordar muy bien como sucedieron las cosas. El instinto del catorceavo me dominó por completo, y la lucha que siguió fue casi interminable. El corazón de la inocencia, contra el corazón de la materia oscura. Era extraña la forma en que de repente los dos nos hallábamos en igualdad de condiciones, la misma fuerza y la misma ira enfrentadas.

Como dije, no sé cuanto tiempo duro la lucha, pero fue temible, ninguno daba el brazo a torcer. Vi ira en los ojos del conde, y algo que no esperé ver jamás: Miedo. No esperaba que la maldición del catorceavo retornara con tanta fuerza, y el poder de un descendiente de Noé, combinado con un monstruo como la inocencia, hicieron de mí el destructor del tiempo.

Sí, yo destruí al conde del milenio, y esta vez me aseguré de que fuera para siempre. Aquel enemigo nunca más volvería a desolar el mundo. La aniquilación fue una reacción en cadena, los akumas se volvieron inestables y terminaron por destruirse, absolutamente todos. Al final, yo condené a las almas de todas aquellas criaturas. Pero allí no terminó todo. Siguieron destrucciones inconmensurables, muchas regiones del planeta entraron en caos, y entonces tuvimos que recurrir de nuevo a mi precario estado para evacuar todas aquellas zonas dentro del arca blanca. Tal como había sucedido hace tanto.

Muchos exorcistas y Noés murieron, los pocos que quedaron de los últimos huyeron y aún ahora se esconden en las sombras. De lo que me sucedió a mí no hay mucho más que contar. Al ser un Noé y ser el portador de la inocencia fui irremediablemente infectado, el veneno de ella corría ahora libre por mis venas. Por eso estoy aquí, postrado, muriéndome poco a poco. Logré contarles a todos las cosas que me había dicho el conde, y con gran pena el departamento científico tuvo que arrancarme del cuerpo la inocencia y aislarla de mí. La infección estaba efectuada, pero además de eso debí renunciar a mi brazo porque con toda seguridad mi naturaleza de Noé corrompería a la inocencia en él, provocando otra desagradable reacción en cadena.

Mas aún así estoy en paz con cierta parte de mí. El conde no volverá nunca jamás a amenazar el mundo. La lucha que queda por llevar a cabo para exterminar por completo a la familia de Noé tendrán que efectuarla otros. Por ahora todo lo que yo podía hacer fue echo, y me queda la satisfacción de haber caminando sin detenerme hasta el momento en que ya no pudiera más.