Girlfriend Contest

-Pero si de nuevo vienen a verte.
En efecto, una chica castaña se acercó tímidamente y le entregó un paquetito de galletas caseras, y se marchó rápidamente.
-Creo que estoy un poco harto de esto– dijo el aludido, tratando de mostrarse enfadado, pero sin éxito. Unas sonoras carcajadas salieron de su boca.
Alec si que estaba molesto. Su mejor amigo de toda la vida siempre había tenido mejor suerte en todo, las chicas siempre le seguían, tenía buenas calificaciones y le habían elegido el presidente de la clase.
Y ahora, intentaba hacerle creer que su perfecta vida le hartaba.
-Te dejo, Ray– dijo Alec, y sin esperar una respuesta por parte de su amigo, giró sobre sus talones y se marchó.
Ray solo observó como Alec se perdía entre la multitud de jóvenes en su momento de descanso y esbozó una sonrisa triste.

Dieron las dos y media de la tarde y la campana sonó. La multitud de chicos cuya jornada terminaba en ese momento, corrió hacia la puerta, ansiosos de escapar de lo que más que algún depresivo podría llamar su cárcel.
Pero Ray caminaba lentamente. No se sentía de ánimo para correr como siempre, no estaba de ánimo como para hacer lo de siempre y menos aún estaba de ánimo como para que alguna otra chica fuese a declarársele o entregarle algo.
No sabía como su vida de niño responsable y tímido había terminado en la del chico más popular de su clase y, tal vez cabría aventurar, de la escuela.
Distraído como estaba, Ray chocó con alguien al pasar y, molesto, pensó en quejarse con él enseguida.
-Lo siento– dijo el estrellado, que se frotaba un brazo y que, en realidad, era una chica.
Tenía el uniforme de la escuela y un chaleco delgado negro con las mangas un poco largas, lo que le daba un aspecto más bien tierno. Tenía el cabello castaño claro recogido en dos coletas y los ojos azules brillantes. Era una chica muy linda.
-¿Eres nueva?– preguntó Ray, y en verdad, fue lo único que atinó a decir. Él tenía antigüedad en la institución y con lo pequeña que era, conocía cada rostro.
-He llegado esta mañana– dijo ella, con voz suave. Las clases habían comenzado hace un mes ya.
La chica no estaba ni nerviosa ni sonrojada. No reaccionaba como las demás, que parecían derretirse cuando Ray pasaba junto a ellas o cuando les hablaba.
Ella se despidió cortésmente y se marchó.
Ray se quedó pensativo, paralizado en su lugar. Algo había en ella que le gustaba, pero no sabía que; algo que no veía en las otras.

Al día siguiente todo seguía su curso normal. Por más que Ray se empeñaba en buscar a la chica del día anterior, no la encontraba, hasta que vio a otra chica sentada en el suelo, con la cabeza oculta en un libro que leía de atrás hacia delante.
-Creo que no lo haces bien– comentó Ray en voz alta, con una risita.
La chica cerró el libro y se paró frente al chico, claramente enfadada.
-Tú eres el que no sabe como se lee esto– dijo.
Era la muchacha que Ray buscaba.
-Lo siento– dijo torpemente el chico, algo avergonzado, aunque no tenía muchos motivos para estarlo.
Ella también parecía acordarse de él.
-Ayer no me dijiste tu nombre– dijo ella repentinamente, mostrando ahora una sonrisa.
-Bueno, me llamo Ray…
-Soy Hel– dijo ella interrumpiendo al chico.
Ray suspiró.
-¿En qué curso estás?– preguntó.
-Primero medio– respondió ella, sonriente.
-¿Eh? ¿Cómo es que no te he visto? ¡Sólo hay un primero medio en toda la escuela!– exclamó Ray.
Hel dejó escapar una risita.
-Supongo que he pasado algo desapercibida.
-¿No serás el nuevo en la lista, Coupe?
-Sí.
-Creía que Coupe era hombre…– dijo Ray sorprendido.
-Pues no lo es.
-Y…– comenzó Ray, algo indeciso.
-¿Si?
-Me pregunto que harás esta tarde…
-Creo que estudiar lo que me he perdido en el tiempo que no estuve– dijo Hel mirando la portada de su libro, pequeño y que estaba al revés.
El chico se decepcionó al oír esto. Hel, al verle, le dio un enorme manotazo en la espalda, que lo dejó adolorido.
-¡Era broma hombre!– dijo riendo –¿Quieres ver alguna serie conmigo, entonces?
-¿Serie? ¿Como Prision Break?
-No, algo como D.Gray-man o quizás Shana, para iniciarte– dijo.
Ray estaba asombrado.
-¿Qué series son esas? Jamás oí hablar de ellas, en ningún lado.
-Ya lo sabrás– afirmó Hel con una sonrisa misteriosa.

A las tres y quince, Ray estaba parado frente a la puerta de una casa, a un paso de tocar el timbre y sintiendo que estaba equivocándose. Claro, Hel Coupe le atraía muchísimo, pero era algo extraña y eso le ponía los pelos de punta. Aún así, llamó a la puerta y ella, con sus coletas de siempre y un largo abrigo blanco y negro, salió a recibirle.
-Si no fueras el presidente de la clase no me hubieran dejado– dijo a modo de saludo.
Su casa era bonita, pero no la vio lo suficiente como para comentar demasiado. Por otra parte, la habitación de Hel tenía las paredes tapizadas de posters, repisas llenas de peluches bastante peculiares, figuritas, más de esos libritos al revés y otra serie de cosas que Ray jamás había visto.
Pegada a la pared había una cama, de cobertor rosa y cojines fucsia. Había otro tanto de peluches sobre ella, protegiendo de cualquier intruso el santo lecho, y por suerte peluches normales. Al parecer era lo único que lucía femenino en toda la habitación…
-No te quedes ahí parado- dijo la joven castaña, pellizcándole una mejilla al verlo observando todo boquiabierto.
-¡Auch! ¿Por qué hiciste eso?- se quejó Ray sobándose, mientras se sentaba tímidamente en el borde de la cama, sintiéndose incómodo entre tanto rosa y fucsia.
-Casi daba la sensación de que iba a comenzar a caerte baba de la boca- dijo Hel riendo, mientras se ponía de puntillas y tomaba la caja de un DVD de una repisa -Bien, empezaremos con D.Gray-Man, aún no la termino pero es buena- agregó entregándole la caja.
Ray la tomó con manos temblorosas, observando la carátula con curiosidad; no había visto imágenes parecidas en toda su vida. Pero una cosa si era segura: Hel era fanática de la animación japonesa, eso saltaba a la vista. ¿Cómo le llamaban a eso? Uhm...¿Otaku?
-Hel, creo que...- comenzó, pero al ver la expresión sonriente de la castaña se detuvo enseguida -No, nada- concluyó, deseando salir de allí cuanto antes.
-¡Ray.kun, prepárate para conocer a los exorcistas más sexys y geniales del mundo!- exclamó colocándole un brazo sobre el hombro y moviendo la mano frente a él, en un gesto de visionaria -¡Sé que te va a encantar! Luego podemos hacer cosplays, y todas esas cosas tan divertidas...¡No creí que tendría un amigo como tú en la escuela!
¿L-Le había llamado amigo? No había pasado demasiado como para que ella pudiera calificarle de aquella manera, y él en verdad se sentía muy nervioso cuando estaba a su lado, como...como cuando era más tímido. Aún así, escuchar la palabra 'amigo' salir tan clara y sincera de su boca, se sintió bien, y decidió que aguantaría todo lo que ella quisiera hacerle. Una sola cosa...¿Qué era eso de 'kun'?
Hel corrió a colocar el disco en un reproductor de DVD que había sobre una televisión, la cual reposaba sobre un mueble de madera clara. La chica regresó junto a Ray, y subiéndose a la cama, lo botó al suelo y luego se arrojó encima suyo, sin pensar que quizás al pobre chico pudiera dolerle.
Ray se levantó sobándose la espalda, suspirando. La castaña se incorporó y se sentó junto a él, tomándole del brazo, mientras con la mano libre subía muchísimo el volumen de la televisión.
-Si no alcanzas a leer me dices- avisó Hel justo antes de que el sonido comenzara.
¿Leer? ¿Había que leer la serie? No entendía nada de lo que sucedía...