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Mi Querido Ángel...
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Mi Querido Ángel...
El nombre de la historia está robado de una de Aimy, así que mil disculpas a ella DD: acepto sugerencias de todos modos uwú La historia que les dejo aquí es algo que a mi me pasó, y bueno, lo único que hice fue cambiar mi nombre real...fue hace unas semanas atrás. Es breve, pero trato de expresar en este pequeño relato lo que sentí y pensé ese día owo Espero críticas, y espero que no destructivas D:
_______________________________&
El reloj sobre la ventana que comunicaba la oficina de la secretaria con el mundo exterior daba las dos con treinta minutos. Su horario de salida había sido hace ya diez minutos, pero sentía que no podía irse sin verlo una última vez, así que sin quitarse aún la mochila de la espalda se sentó en la banca que estaba frente a la puerta, bastante incómoda y esperando que no tardase mucho. Y si ya se había marchado? Sabía el camino que tomaba, pero nunca lo había visto caminar más allá de una o dos cuadras. Pero y las precauciones que había tomado? Ya que no se atrevía ni siquiera a despedirse de él, quería ver como se alejaba al emprender el camino a su casa…o a donde fuera.
Cantaba en voz muy baja una canción que hace mucho tiempo le daba vueltas por la cabeza, divirtiéndose al escuchar el leve eco que producía en la estancia. Aún no salía él. Se paraba de vez en cuando, viendo por encima de la ventana que estaba en la puerta de la oficina, que se comunicaba con el patio del colegio, pero no había rastro alguno de quien esperaba con ansias.
Tres de sus compañeros de curso salieron, chicos con quienes no solía hablar, claro. El último de ellos, el más simpático entre los tres, se despidió de ella.
-Adiós Bianca, parece que estás triste –dijo.
En realidad, estaba llorando antes de que llegaran. Con una mano en los ojos y esbozando una sonrisa se despidió agitando la mano libre, con cortesía. No quería hacerle creer que era una chiquilla desinteresada y malagradecida.
Secó muy poco sus ojos. Creía que si él salía por la misma puerta y veía lo mismo que su compañero había visto, tal vez le preguntaría que le sucedía, y le gustaba que hiciera eso.
Varios minutos después, una señora con pantalones de mezclilla celeste y chaleco naranja ladrillo entró al recinto y golpeó la ventana. Otra señora, de cabello gris y canoso la atendió, indicándole que si quería hablar con la secretaria, como le pedía, tenía que esperar hasta las tres y quince porque estaba en horario de colación.
La señora de naranja se sentó a su lado, sonriendo.
-Estudias aquí?
-Si –respondió la joven tímidamente.
-Y en que curso vas?
-En Primero Medio.
-Ah… –dijo con interés, o al menos aparentándolo – Y es muy exigente?
-No –contestó negando levemente con la cabeza.
La señora pareció conforme con la breve conversación o bien estaba más preocupada por sus propios asuntos, por lo que no volvió a hablar. A Bianca le pareció bien, pues si debía ser sincera no tenía ganas de conversar, y si lo hacía creía que quedaría mal sólo respondiendo con monosílabos.
Volvió a asomarse por la ventana. Nada. Por qué demoraba tanto? Estaba realmente allí? Creía que estaba con el inspector que se hacía cargo de la biblioteca, sabiendo como le gustaba quedarse allí en los recreos e incluso en los actos cívicos. Pero cuando, antes de que la señora de naranja entrara, lo había visto salir con una chica con el cabello de un tono rojizo y con una mochila a la espalda, creyó que era imposible que estuviera con él. Y tenía su hombre realmente razones para quedarse tiempo extra en el colegio cuando podía irse enseguida? Sabía también que no le importaba mucho su rendimiento escolar, lo que se confirmó cuando se enteró de que había repetido varios cursos; era despreocupado, siempre caminaba con toda calma y le gustaba hablar con sarcasmos, ironías y reírse un poco del resto. A ella le molestaba esa actitud a veces, cuando era ella el objeto de burlas, pero generalmente le sonreía y se reía junto con él.
-Aún no sale? –dijo la señora de naranja, rompiendo el hielo y el hilo de sus pensamientos.
Había dado justo en el blanco. En el momento creyó que se refería enseguida a un hombre, y quizás era una mujer muy observadora y perspicaz, pero luego se le metió a la cabeza la idea de que podía hablar de un familiar. Vamos, su hermana salía a las tres y quince, la hora en que la señora tenía una entrevista con la secretaria, como Bianca había escuchado al principio. Y si lo analizaba detenidamente, viendo que ella no era más que una chica tímida y tranquila y que medio mundo la veía así, qué más podía esperarse? No era lo más cuerdo? Era imposible pensar que estuviera allí sentada esperando a un chico de su clase al que se dedica a mirar todo el tiempo, aunque en realidad eso era lo que estuviera haciendo.
-No –respondió con tristeza.
-Estará la secretaria en colación todavía?
-No sé…es que no me sé muy bien los horarios.
-Ah… –dijo la señora desviando la mirada hacia la puerta principal, según le pareció.
Varias señoras entraron a ratos, pero la mayoría se fueron casi enseguida. La joven se entretuvo viendo el calzado de la señora de naranja y lo gracioso que se veía: eran unas zapatillas blancas de esas para salir a lucirse solamente, con rayas verticales de colores verdes, azules, rojos pasteles y celestes, como un vestido de su hermana. Colores pasta de diente, pensó.
Una compañera entró también junto con su madre, a la que conocía de antes. Recordaba que cada vez que esa señora la veía le metía conversa, y ella nunca se negaba y a veces hasta se divertía hablándole. Parecía que en ocasiones se le daba mejor hablar con adultos que con chicos de su edad…Bueno, su mejor amigo ya era considerado un adulto en cuanto a edad, pero a la joven le gustaba decir que en madurez seguía siendo un niño.
-Hola! –saludó efusivamente la madre de su compañera
-Hola –saludó también, con una sonrisa desanimada y que mostraba mecánicamente a todo ser viviente que le dirigía la palabra en ese momento y lugar.
-Esperando a la hermana? –preguntó sentándose a su lado, al tiempo que la señora de naranja se ponía de pie y se acercaba a la puerta a hablar con una chiquilla embarazada y la mujer que la acompañaba, que seguramente era su madre.
-Si.
-Sale mejor así, que estarse devolviendo, cierto? –dijo alegremente, como siempre.
-Si.
Estuvo conversándole por bastante, hasta que por fin salió su hermana y los hermanos de su compañera de curso. La hermana de Bianca y los de su compañera iban al mismo curso, y como los pequeños eran amigos se irían juntos, lo que no la alegró mucho. La verdad era que aunque la señora no le incomodaba, no tenía ánimo para conversar con ella. Quizás porque no quería abrirse ante una persona que no era de su plena confianza, aunque probablemente era en su mayoría por lo abatida que se encontraba. Le estaba doliendo la cabeza, quizás porque había llorado unas horas antes en la clase de Educación Física, quizás por el calor, o quizás por ambas cosas.
Se asomó una última vez por la ventana.
Al fin y al cabo su ángel no salió…
_______________________________&
El reloj sobre la ventana que comunicaba la oficina de la secretaria con el mundo exterior daba las dos con treinta minutos. Su horario de salida había sido hace ya diez minutos, pero sentía que no podía irse sin verlo una última vez, así que sin quitarse aún la mochila de la espalda se sentó en la banca que estaba frente a la puerta, bastante incómoda y esperando que no tardase mucho. Y si ya se había marchado? Sabía el camino que tomaba, pero nunca lo había visto caminar más allá de una o dos cuadras. Pero y las precauciones que había tomado? Ya que no se atrevía ni siquiera a despedirse de él, quería ver como se alejaba al emprender el camino a su casa…o a donde fuera.
Cantaba en voz muy baja una canción que hace mucho tiempo le daba vueltas por la cabeza, divirtiéndose al escuchar el leve eco que producía en la estancia. Aún no salía él. Se paraba de vez en cuando, viendo por encima de la ventana que estaba en la puerta de la oficina, que se comunicaba con el patio del colegio, pero no había rastro alguno de quien esperaba con ansias.
Tres de sus compañeros de curso salieron, chicos con quienes no solía hablar, claro. El último de ellos, el más simpático entre los tres, se despidió de ella.
-Adiós Bianca, parece que estás triste –dijo.
En realidad, estaba llorando antes de que llegaran. Con una mano en los ojos y esbozando una sonrisa se despidió agitando la mano libre, con cortesía. No quería hacerle creer que era una chiquilla desinteresada y malagradecida.
Secó muy poco sus ojos. Creía que si él salía por la misma puerta y veía lo mismo que su compañero había visto, tal vez le preguntaría que le sucedía, y le gustaba que hiciera eso.
Varios minutos después, una señora con pantalones de mezclilla celeste y chaleco naranja ladrillo entró al recinto y golpeó la ventana. Otra señora, de cabello gris y canoso la atendió, indicándole que si quería hablar con la secretaria, como le pedía, tenía que esperar hasta las tres y quince porque estaba en horario de colación.
La señora de naranja se sentó a su lado, sonriendo.
-Estudias aquí?
-Si –respondió la joven tímidamente.
-Y en que curso vas?
-En Primero Medio.
-Ah… –dijo con interés, o al menos aparentándolo – Y es muy exigente?
-No –contestó negando levemente con la cabeza.
La señora pareció conforme con la breve conversación o bien estaba más preocupada por sus propios asuntos, por lo que no volvió a hablar. A Bianca le pareció bien, pues si debía ser sincera no tenía ganas de conversar, y si lo hacía creía que quedaría mal sólo respondiendo con monosílabos.
Volvió a asomarse por la ventana. Nada. Por qué demoraba tanto? Estaba realmente allí? Creía que estaba con el inspector que se hacía cargo de la biblioteca, sabiendo como le gustaba quedarse allí en los recreos e incluso en los actos cívicos. Pero cuando, antes de que la señora de naranja entrara, lo había visto salir con una chica con el cabello de un tono rojizo y con una mochila a la espalda, creyó que era imposible que estuviera con él. Y tenía su hombre realmente razones para quedarse tiempo extra en el colegio cuando podía irse enseguida? Sabía también que no le importaba mucho su rendimiento escolar, lo que se confirmó cuando se enteró de que había repetido varios cursos; era despreocupado, siempre caminaba con toda calma y le gustaba hablar con sarcasmos, ironías y reírse un poco del resto. A ella le molestaba esa actitud a veces, cuando era ella el objeto de burlas, pero generalmente le sonreía y se reía junto con él.
-Aún no sale? –dijo la señora de naranja, rompiendo el hielo y el hilo de sus pensamientos.
Había dado justo en el blanco. En el momento creyó que se refería enseguida a un hombre, y quizás era una mujer muy observadora y perspicaz, pero luego se le metió a la cabeza la idea de que podía hablar de un familiar. Vamos, su hermana salía a las tres y quince, la hora en que la señora tenía una entrevista con la secretaria, como Bianca había escuchado al principio. Y si lo analizaba detenidamente, viendo que ella no era más que una chica tímida y tranquila y que medio mundo la veía así, qué más podía esperarse? No era lo más cuerdo? Era imposible pensar que estuviera allí sentada esperando a un chico de su clase al que se dedica a mirar todo el tiempo, aunque en realidad eso era lo que estuviera haciendo.
-No –respondió con tristeza.
-Estará la secretaria en colación todavía?
-No sé…es que no me sé muy bien los horarios.
-Ah… –dijo la señora desviando la mirada hacia la puerta principal, según le pareció.
Varias señoras entraron a ratos, pero la mayoría se fueron casi enseguida. La joven se entretuvo viendo el calzado de la señora de naranja y lo gracioso que se veía: eran unas zapatillas blancas de esas para salir a lucirse solamente, con rayas verticales de colores verdes, azules, rojos pasteles y celestes, como un vestido de su hermana. Colores pasta de diente, pensó.
Una compañera entró también junto con su madre, a la que conocía de antes. Recordaba que cada vez que esa señora la veía le metía conversa, y ella nunca se negaba y a veces hasta se divertía hablándole. Parecía que en ocasiones se le daba mejor hablar con adultos que con chicos de su edad…Bueno, su mejor amigo ya era considerado un adulto en cuanto a edad, pero a la joven le gustaba decir que en madurez seguía siendo un niño.
-Hola! –saludó efusivamente la madre de su compañera
-Hola –saludó también, con una sonrisa desanimada y que mostraba mecánicamente a todo ser viviente que le dirigía la palabra en ese momento y lugar.
-Esperando a la hermana? –preguntó sentándose a su lado, al tiempo que la señora de naranja se ponía de pie y se acercaba a la puerta a hablar con una chiquilla embarazada y la mujer que la acompañaba, que seguramente era su madre.
-Si.
-Sale mejor así, que estarse devolviendo, cierto? –dijo alegremente, como siempre.
-Si.
Estuvo conversándole por bastante, hasta que por fin salió su hermana y los hermanos de su compañera de curso. La hermana de Bianca y los de su compañera iban al mismo curso, y como los pequeños eran amigos se irían juntos, lo que no la alegró mucho. La verdad era que aunque la señora no le incomodaba, no tenía ánimo para conversar con ella. Quizás porque no quería abrirse ante una persona que no era de su plena confianza, aunque probablemente era en su mayoría por lo abatida que se encontraba. Le estaba doliendo la cabeza, quizás porque había llorado unas horas antes en la clase de Educación Física, quizás por el calor, o quizás por ambas cosas.
Se asomó una última vez por la ventana.
Al fin y al cabo su ángel no salió…
Re: Mi Querido Ángel...
esta genial!
me enkanto
sigue subiendo ^^
bye
me enkanto
sigue subiendo ^^
bye
Kii~- Buscador
- Cantidad de envíos : 11
Fecha de inscripción : 16/10/2008
Re: Mi Querido Ángel...
whoooo, me gusto, tienes una forma de escribir muy entendible e interesante, ojala y continues con otro escrito, lo esperare con ansias ^_^
Re: Mi Querido Ángel...
totalmente de acuerdo me encanto0o espero agaz otro
tambien lo esperare!!!
tambien lo esperare!!!
kloud- Jhonny
- Cantidad de envíos : 286
Edad : 29
Localización : debajo de la cama de kanda
Empleo /Ocio : crear mutantes que coman hombres
Humor : aaaaa soe bipolar lo sientoo.....
Fecha de inscripción : 29/12/2009
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